Durante años y años, todo el mundo se había creído con derecho a decir a Ofelia lo que tenía que hacer: su marido, su hijo, su nuera… todos. Pero, por una vez en la vida, Ofelia se atreve a decidir por sí misma.
A los setenta años, Ofelia no encuentra ninguna razón para abandonar el único planeta al que ha llegado a considerar su hogar. Ante la perspectiva de un destino incierto, Ofelia decide esconderse y no entrar en la naves criogénicas que transportan a los pobladores de una colonia en proceso de ser definitivamente clausurada. Ofelia se convertirá así en la única habitante humana de un planeta abandonado y descubrirá, en tales circunstancias, a los misteriosos nativos de ese mundo, al tiempo que será descubierto por ellos, por los nuevos niños a quienes podrá enseñar un montón de cosas.
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